domingo, 29 de noviembre de 2009

La sonrisa de Blair

Mañana de domingo. Para asentar el estómago trato de leerme la entrevista que publica ‘El País’ con Tony Blair, ese chico guapo y listo que inventó la “tercera vía” y que responde con sincera responsabilidad que volvería a hacer “todo lo posible” por expulsar a Sadam Husein del poder. Es decir, que volvería a ocupar un país, provocar una masacre y esquilmarlo hasta dejarle sólo los huesos y la sangre en las aceras. Es de agradecer tanta sinceridad en estos tiempos de lenguaje aseado y políticamente correcto. Desde que se convirtió en personaje de ficción en la película de Stephen Frears ‘The Queen’, este político de sonrisa demoledora ha ganado enteros.

Sin embargo, mi mitomanía cinéfila no puede con una de las respuestas. El periodista, José Manuel Calvo, le inquiere sobre un artículo de Simon Jenkins publicado en ‘The Guardian’ donde viene a decir que lo que la población británica (la ‘vil canalla’ seguramente para Blair) quiere es un castigo para el kamikaze que estrelló su avión contra el edificio de Naciones Unidas y envió a la Royan Navy a disparar esos misiles con nombre de hacha india contra las mujeres que hacían cola en una gasolinera. El aludido se carcajea (‘risas’, transcribe el periodista) y le contesta con flema british que es precisamente por los que no lee la prensa.

Parpadeo. Me quedo de pasta de boniato. La respuesta se alarga un poco más y el frustrado aspirante a presidir la UE se queja amargamente de que los periódicos no le trata con el respeto que merece. Me recuerda a Vito Corleone achuchando a Bonassera por pedir “sin ningún respeto” justicia para su hija violada por unos golfos norteamericanos. Este nuevo ‘padrino’ de sonrisa profident no acaricia ominosamente ningún minino, pero está claro que como a otros ‘demócratas’ como Hitler, Franco, Pinochet y Pol Pot unos periódicos libres y batalladores le duelen en su pequeño corazoncito humano.

La carcajada de Blair ante los medios es un síntoma de nuestro tiempo. En la tierra donde yo vivo hace años otros chicos que tampoco le dan mucho a la lectura asesinaron a balazos a un periodista que venía de comprarse todos los periódicos del quiosco. Es curioso cómo el que se iba a convertir en el primer George Washington europeo antes de la conjura franco-alemana comparta risas con los de la nueve milímetros Parabellum. “Yo tampoco leo la prensa, nen”, se podría convertir en una pegatina para poner en el coche. Un símbolo de orgullo patrio. La prueba irrefutable de que el va a los mandos es firme y no duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario